jueves, 8 de enero de 2009

Lectura: Salmo 23: 1-4.
Por Vladimir Orellana Cárcamo
Domingo 27 de julio de 2008.

En nuestro país la violencia extiende sus tentáculos y siega la vida de muchas personas, sin distingo de credo, edad o posición social. Vivimos tiempos difíciles donde la muerte amenaza a cada instante. En esta situación de zozobra sólo la confianza en Dios nos hace decir como el salmista “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quien he de atemorizarme?” (Salmo 27: 1). Sin embargo, muchas veces como cristianos nos invade el temor al enfrentamos en el día a día a duras realidades de toda índole: financieras, delincuenciales, amenazas de extorsión, desempleo, etc.

No obstante, a pesar de todas las situaciones de peligro que abaten a nuestra sociedad, de algo debemos estar seguro, si le somos fieles a Dios en el servicio cristiano, si compartimos nuestro pan con el prójimo necesitado y por supuesto si hemos depositado en el Señor nuestra plena confianza, debemos caminar convencidos que su ángel acampa alrededor de nosotros y nos defiende.

Pero ¿qué pensarán nuestros hermanos y hermanas que en el transcurso de este año han perdido a un ser querido a consecuencia de la violencia?. La pregunta que brota en estos casos es en primer lugar ¿por qué tuvo que pasarle esto a un miembro de mi familia si le servía a Dios? O también es común que surja la interrogante ¿Señor, por qué permitiste que mi hijo, quien compartía tu palabra a los inconversos, fuera asesinado? Pueda ser que para estas preguntas no se hallen respuestas humanamente hablando.

La muerte, provocada por la violencia, está llevando luto a muchos hogares salvadoreños, incluso al seno de las familias cristianas. Hoy más que nunca debemos orar a Jehová para implorarle protección divina. En medio del peligro debemos alegrarnos de que somos ovejas de Dios y creer que Él es nuestro pastor y por tanto aunque caminemos “en valle de sombra y de muerte”, no temeremos mal alguno, pues el Señor estará con nosotros ( Salmo 23: 4) ¡Qué grato resulta escuchar estas palabras llenas de confianza! Sólo necesitamos hacerlas nuestras y depositar nuestra seguridad en el Omnipotente.

¿Cómo tener la seguridad de que Dios camina a nuestro lado? Esa certeza se logra solamente cuando hablamos con Él a través de la oración. ¡Claro que sí!, la oración nos acerca más a Dios!. Y por consiguiente nos llena de convicciones y nos hace crecer en la fe. La oración es más efectiva que diez expertos guardaespaldas. Por eso en los momentos de crisis y de inseguridad ciudadana la oración es un blindaje contra los dardos de muerte del maligno.

La maldad desencadena su furia sobre nuestro país. Y los cristianos no podemos quedar pasivos ante tanto sufrimiento. El luto por la muerte trágica que embarga a muchas familias debe hacernos reflexionar y lanzar un llamado como iglesia evangélica a la nación para que nos humillarnos ante el Señor y le pidamos perdón por los pecados cometidos, pues sólo si procedemos de esa forma Él sanará nuestra tierra ( 2ª Crónicas 7:14)

Estimado hermano, y hermana, quizá tú has perdido un ser querido a manos de la delincuencia, o estás siendo amenazado por extorsionistas. Es probable que la angustia se apodere de ti y pienses que no hay solución a tu problema. A la luz de las Sagradas Escrituras quiero invitarte a que te refugies en Dios, Él será tu castillo protector quien te guardará del lazo del cazador (Salmo 91:1-3)